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Conferencia sobre Gaudí por José Manuel Almuzara - Diciembre 2007

GAUDÍ, MAESTRO DEL SIGLO XXI 

En el capítulo V de la Lumen Gentium leemos la siguiente reflexión:

“al considerar la vida de quienes han seguido fielmente a Cristo, encontramos un nuevo motivo que nos empuja a buscar la ciudad futura y, a la vez, se nos muestra el camino seguro por el cual, en medio de las cosas mutables del mundo, podremos llegar a la perfecta unión con Cristo, es decir a la santidad, según el estado y la condición propios de cada uno”.

La verdadera historia de la humanidad –decía Juan Pablo II- se identifica con la historia de la santidad (…): los Santos y los Beatos se nos presentan como testigos, es decir, como personas que, confesando a Cristo, su persona y su doctrina, han dado lugar a una manifestación sólida, concreta y creíble de una de las notas esenciales de la Iglesia, que es precisamente la santidad.

Uno de los testigos que supo traspasar la verdad perenne del Evangelio a su propia existencia y, a la vez, hizo de ella un instrumento de salvación a sus hermanos y hermanas fue el Siervo de Dios Antoni Gaudí, con un seguimiento fiel de Cristo.

El 3 de noviembre de 1883 Antoni Gaudí i Cornet asumía el proyecto y dirección de las obras del Templo de la Sagrada Familia. Un hecho, un acontecimiento muy importante para el arquitecto, para Barcelona y Catalunya, para España, para el mundo, para la Iglesia, para mí y quizás para usted.

Años antes, Josep Mª Bocabella i Verdaguer, librero, fundaba el 1 de octubre de 1866 una Asociación Espiritual de Devotos de San José, publicaba un boletín, y recogía donativos para levantar un Templo. Los afiliados a dicha Asociación eran 500.000 en 1878  (casi tantos como habitantes tenía Catalunya; más del doble de la población de Barcelona).  

El 31 de diciembre de 1881 Josep Mª Bocabella compraba por 1.033 euros el solar en donde se ubica hoy el Templo en construcción de la Sagrada Familia y el 19 de marzo de 1882 se colocaba la primera piedra del Templo proyectado por el arquitecto Francesc de Paula del Villar. En el acta fundacional se decía entre otras cosas:

 

“Se coloca la primera piedra de esta iglesia expiatoria.  Sea esta obra para mayor honra y gloria de la Sagrada Familia. Despierte de su tibieza los corazones adormecidos. Exalte la Fe. Dé calor a la Caridad...” 

 

Desde el primer momento Antoni Gaudí recoge la finalidad del encargo, resumido en las palabras escogidas anteriormente con motivo de la colocación de la primera piedra. Desde 1883 y hasta 1926, año de su muerte, Gaudí trabajó en el Templo. Más de 42 años dedicados a la construcción de una obra majestuosa por sus dimensiones, por sus formas, por sus símbolos, en las que Gaudí nos va transmitiendo todo su saber humano y divino, fruto del estudio profundo, del trabajo, del sacrificio y de la oración. Y comentaba el mismo Gaudí:

 

El Templo de la Sagrada Familia es expiatorio. Eso significa que ha de nutrirse de sacrificios; si no se pudiese nutrir de ellos sería una obra censurable y no se acabaría. La palabra expiatorio es la que provoca sentimientos de indignación en los sectarios...”

 

Con motivo de mi participación desde el año 1992 en la Asociación que promueve la beatificación de Antoni Gaudí he podido constatar en muchas ocasiones que esta obra del Templo despierta corazones, exalta la fe y enciende la caridad, y estudiando las obras y el pensamiento de Gaudí, los documentos y los testimonios sobre su vida y su comportamiento, son muchos a los que nos ayudan su vida y sus opiniones. Al igual que a otros les mueven políticos, artistas, deportistas o religiosos, creo que a Gaudí merece la pena tenerlo en cuenta como modelo, hombre de vida de fe y  cultura, ejemplo para el siglo XXI: 

 

“su afición armónica por la naturaleza y el medio ambiente,... el hálito divino que palpita en sus obras,... es un evangelizador de Dios en el mundo, al mismo tiempo que un gran arquitecto” (Yun Young-Joo, directivo de la Cámara de Comercio e Industria de Pusan, Corea).

 

La idea de solicitar al arzobispado de Barcelona abrir el proceso de beatificación de Antoni Gaudí, la tuvo el sacerdote Mn. Ignasi Segarra (fallecido el 23 de mayo de 2003), el cual se hallaba predicando en la Semana Santa de 1992 en Riudoms, población cercana a Reus (provincia de Tarragona), y dedicaba sus ratos libres a leer una biografía sobre Gaudí. 

En sus reflexiones se planteó por qué hasta entonces no se había iniciado el proceso de beatificación de este arquitecto catalán y, de regreso a Barcelona, se puso en contacto conmigo, contagiándome su entusiasmo, que transmití a los que luego serían los otros tres miembros cofundadores de la Asociación (el escultor japonés Etsuro Sotoo, el arquitecto Javier Fransitorra y el ingeniero y biógrafo de Gaudí Josep Mª Tarragona).

La Asociación tiene como objeto principal y único la beatificación de Antoni Gaudí i Cornet, para lo cual cuenta únicamente con el trabajo voluntario y con los donativos depositados en la hucha colocada junto a la tumba del arquitecto, en la cripta del templo de la Sagrada Familia o en la cuenta corriente correspondiente.

La Asociación, desde el 10 de junio de 1992, aniversario del día de la muerte de Gaudí, es la parte actora en el proceso de beatificación del arquitecto. Desde el primer momento dispuso de la aprobación eclesiástica para la publicación de estampas, libros, y para la divulgación a través de conferencias del pensamiento, vida y virtudes de Antoni Gaudí.

El proceso de beatificación de Antoni Gaudí está actualmente en curso, en su fase romana, ante el respectivo dicasterio de la Curia Romana. El proceso archidiocesano presentado en la Congregación para la Causa de los Santos ha obtenido el decreto de validez jurídica. 

Se ha designado una postuladora y la Congregación para las Causas de los Santos ha designado un relator que guía el trabajo de la elaboración de la positio super virtutibus. A través de la cual, se presentan las pruebas documentales y testimoniales sobre la vida, las virtudes, la fama de santidad y la fama de intercesor del siervo de Dios Antoni Gaudí, que serán evaluadas por una comisión teológica y congregación ordinaria de cardenales y obispos.

La verdadera historia de la humanidad –enseña el Papa Juan Pablo II- y recordábamos al inicio de esta ponencia, se identifica con la historia de la santidad (...): los Santos y los Beatos se nos presentan como testigos, es decir como personas que, confesando a Cristo, su persona y su doctrina, han dado lugar a una manifestación sólida, concreta y creíble de una de las notas esenciales de la Iglesia, que es precisamente la santidad. Sin ese testimonio continuo, la doctrina religiosa y moral predicada por la Iglesia correría el peligro de confundirse con una ideología meramente humana, siendo como es doctrina de vida, es decir, aplicable y traducible a la vida: doctrina que ha de ser vivida, según el ejemplo de Jesucristo, que proclama “Yo soy la vida” (Jn 14,8).

El siervo de Dios Antoni Gaudí es un claro ejemplo de testimonio continuo. A través de su pensamiento, de su vida de trabajo, familiar y social, encontramos una vida de sacrificio, de entrega y de amor.

Antoni Gaudí i Cornet nace en Reus el 25 de junio de 1852. Crece en el seno de una familia cristiana, devota y trabajadora. Asiste al colegio de los padres escolapios, aprende de sus padres a ser un buen cristiano, especialmente de su madre a tratar a la Virgen de la Misericordia, patrona de Reus. Desde bien pequeño padece una enfermedad que le obliga a no asistir con continuidad al colegio, pasando temporadas en una casa de campo en Riudoms, dedicando el tiempo a observar la naturaleza. La atenta observación de la naturaleza lleva a Gaudí a descubrir en ella la Obra del Supremo Creador, la maestra de todas las ciencias y artes. 

  En estos últimos años después de haber tenido y participado a múltiples exposiciones, conferencias y publicaciones, sobre la figura del insigne arquitecto, creo que es el momento preciso para descubrir, resaltar y profundizar, en la dirección que Gaudí nos indica, es una gran oportunidad y tenemos la suerte de tenerlo tan cerca. 

Gaudí nos enseña: la Pedrera es una peana que debe soportar un grupo escultórico no realizado; la casa Batlló nos eleva a la armonía entre lo humano (cumbrera de la cubierta llena de cántaros) y lo divino (remate en cruz); la Sagrada Familia es un Templo en construcción que promueve el arzobispado de Barcelona, con los donativos y sacrificios de muchos, las escuelas de la Sagrada Familia son, observando la proyección en planta, tres corazones entrelazados, que representan Jesús, María y José  (descubierto por el fallecido arquitecto Francesc de P. Cardoner, colaborador y director en  las obras del Templo de la Sagrada Familia).

Hemos sido informados y nos han explicado la arquitectura de Gaudí, su aportación a la construcción, al diseño y a la moda. Antoni Gaudí es mucho más que esto y es hora de descubrir su fuerza interior, su amor.    

 

“La vida es una batalla, para combatir se necesita fuerza y la fuerza es la virtud, que sólo se sostiene y aumenta con el cultivo espiritual, esto es, con las prácticas religiosas”.

El arquitecto es un gobernante en el más alto sentido de la palabra, porque no encuentra la constitución hecha, sino que la hace él. Por eso, a los grandes gobernantes se les llama constructores de pueblos”.

 

Gaudí dirigía todos los trabajos personalmente, hasta las maniobras del peonaje. Sus métodos de organización despertaron curiosidad y los colegas de la ciudad empezaron a criticarle como si él fuera deseoso de singularizarse:

 

“El trabajo -comentaba- es fruto de la colaboración, y ésta sólo puede basarse en el amor. El arquitecto se ha de saber aprovechar de lo que saben hacer y de lo que pueden hacer los operarios. Se ha de aprovechar de la cualidad preeminente de cada uno. Esto es: integrar, sumar todos los esfuerzos y tenderles la mano cuando se encallen; así trabajan a gusto y con la seguridad que da la plena confianza en el organizador.  Además, hay que recordar que no hay nadie inútil, todos sirven (aunque no todos con la misma capacidad); la cuestión es encontrar para qué sirve cada uno”.

 

Han pasado más de quince años desde que nos propusimos, cuatro profesionales y un sacerdote, la beatificación de Gaudí, algo que ya muchos dijeron, pensaron y pintaron anteriormente. 

El proceso de beatificación está en su fase romana y son muchos los que tienen devoción privada al insigne arquitecto, los que se interesan por recibir una ayuda, material o espiritual, o por conocerle. 

A principios de octubre de 2006 participé en Lima en el “Encuentro Internacional, Gaudí: arquitecto de Dios”; asistieron durante los tres días del evento, una media de 1.800 personas, principalmente estudiantes de arquitectura, profesores y arquitectos.  

En el estrado, delante de aquellos cientos de personas, pensaba en la grandeza de Gaudí; su decisión de aceptar el encargo de las obras de la Sagrada Familia, hace ahora casi 125 años, y su sacrificio, hacía que pudiera estar allí, intentando aportar un poco de su vida y de su obra a aquellas personas, deseosas de saber, conocer, compartir, su amor y su arquitectura. 

Como ejemplo del bien que hace Gaudí, recibía un día después de terminarse el evento, una carta de una participante, arquitecta peruana, que decía entre otras cosas lo siguiente:

 

Recién ahora veo que Gaudí no se quedó en el servicio al prójimo, cuidándolos o tratándolos bien. Su amor a Dios (y al prójimo) lo manifestaba en sus obras siguiendo las leyes de la naturaleza como obra divina de Él y poniéndole mucho amor a lo que hacía... Este Encuentro ha significado mucho para mí, más de lo que yo misma imaginé. Ha sido una invitación a la búsqueda de mí misma para encontrar a Dios (nuevamente). De eso se trata la vida ¿no?”.

 

 

José Manuel Almuzara Pérez

Arquitecto

Presidente de la Asociación pro beatificación de Antoni Gaudí

Fotografías de Gaudí

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La asociación pro beatificación de Antonio Gaudí es una organización civil fundada con el único objetivo de investigar y tratar de probar la santidad de Gaudí.

LIBROGAUDI

Datos de la asociación

Apartado de correos 24094,
08080 Barcelona (España)

Inscrita en el Registro de Asociaciones de la Generalitat desde el 28 de diciembre de 1992 con el número 13.842